viernes, 21 de noviembre de 2008

Fija tus objetivos

Al diseñar un discurso, hay que empezar siempre teniendo claro el tema. Para eso, es muy recomendable sentarse a pensar con un papel y un bolígrafo. Prueba a escribir en no más de diez o doce palabras de qué va tu intervención.

Algunos ejemplos de un tema de pega que han propuesto mis estudiantes: "Discurso para proponer que se siga cobrando la nómina por transferencia", "Discurso para defender el cobro de la nómina por transferencia bancaria", "Discurso para demostrar que fue buena idea hacer que se cobrara por transferencia"...

Bien enunciado, el tema del discurso es una riquísima fuente de información, ya que nos permite verbalizar qué queremos conseguir.

Si aceptamos que un discurso es un enunciado lingüístico formulado con voluntad persuasiva, a las claras veremos que la finalidad del discurso se convierte en el elemento central que condiciona todo lo demás.

Conozco a mucha gente que, cuando nos quiere convencer de algo, se lanza a tumba abierta, suelta todo lo que se le viene a la mente y, sin organización alguna, habla, habla y habla hasta que nos aturde. Pero eso no es convencer, es hacer que te den la razón con tal de que te calles.

En mi opinión, es mucho más práctico hacer las cosas de otra manera: tras delimitar el tema, definir claramente los objetivos.

Debemos saber qué queremos realmente conseguir para, de ese modo, afinar nuestras estrategias y poder compartir con nuestro auditorio un punto de llegada, una opinión, una visión, un propósito común.

Imagina que estás en una caseta de feria, con una escopeta de plomillos en las manos. Tienes que planificar todos tus movimientos, tu respiración, tu concentración, para conseguir el premio.

Igual ocurre con cada discurso.

Fija tus objetivos y toma el resto de las decisiones en función de ellos.

2 comentarios:

  1. Creo que voy a decepcionar bastante a nuestro profesor diciendo que todo se entiende a la perfección. Aún así, y ya que esta mañana ha hecho bastante hincapié en el hecho de "descuartizar" su texto, haré lo posible.

    Es cierto que sintetizar un discurso en un tema general ayuda de mucho, ya que obtienes tus ideas claras, pero ¿qué ocurre cuando no se puede realizar? Hay veces en que unas diez o doce palabras no son suficientes. En mis años de estudio, he visto temas que expresaban sus ideas en hasta tres líneas completas.

    Al contrario de lo que pueda parecer lógico, hay gente que prefiere tirarse a la tumba, enterrarse y hasta hacer su propia misa que pararse a organizar un discurso, única y exclusivamente porque cree que se le da bien... ¡y claro que se le da bien!

    ¿Qué haces cuando la escopetilla de feria tiembla en tus manos? ¿Nunca ninguno de vosotros ha logrado tirar un mechero a base de disparar con los ojos cerrados?

    No por ello estoy defendiendo el desorden. Me gustan las cosas bien esquematizadas y preparadas, pero ya que hay que ponerse duros...

    Esta misma mañana hemos realizado un ejercicio de improvisación, y, con todo, no ha salido mal. Era la primera vez que nuestros compañeros hablaban a un público, así que creo que lo han hecho bastante bien. ¿Acaso se han parado a pensar en un título que defina su tema? Puedes hablar, y hablar, y hablar hasta que aburras pero... ¿y si diviertes?

    He ahí el caso.

    Hasta aquí mi aporte. Muchas gracias a todos los que me leáis. ¡Nos vemos por clase!

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  2. Yo soy partidario de un discurso esquematizado; exponer en primer lugar las ideas sobre tu discurso antes de meterte de lleno en la cuestión para que el público sepa de que vas a hablar. También le doy importancia a la improvisación cuando uno se queda en blanco (cosa que a mí me ocurre a menudo, y encima no se improvisar). De todas maneras, mi "estilo" de hablar en público deja bastante que desear aunque tenga el tema claro y en mi cabeza sepa de lo que quiero tratar, por lo que a veces delimitar el tema y definir claramente los objetivos no te asegura un éxito en tu discurso.

    Un saludo.

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