- El conocimiento y la capacidad de determinar cuál es el elemento central de una cuestión.
- Capacidad de generar confianza por la reputación de transmitir conocimientos sin dar la sensación de estar sesgando la cuestión.
- La confianza en el orador está directamente relacionada con la confianza que general el mensaje: defender causas perdidas es, en consecuencia, mucho más difícil que hacerse portavoz de la opinión común.
Debemos tener en cuenta que la credibilidad tiene dos fases muy claras:
- Lo que el auditorio piensa del orador antes de que empiece a hablar.
- Lo que el auditorio piensa del orador inmediatamente después de que haya terminado su intervención.
Esto nos indica que el orador pone en juego su propio prestigio incluso antes de empezar su alocución y que ésta sirve para aumentarlo o disminuirlo. El corolario es claro: cualquier intervención es fundamental para el momento inmediato, pero también para las siguientes.
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